Para evitar las guerras del reino divino, la diosa de la creación, Etain, llegó a una dimensión llamada Shaiya. El mundo primordial Shaiya estaba desprovisto de toda existencia, y Etain, aprovechando su vasto conocimiento y experiencia, comenzó a crear todas las cosas. El primero en emerger en el mundo Shaiya fue un océano infinito, que la diosa usó para cortar las conexiones de Shaiya con otros espacios, evitando la propagación de las guerras divinas en este reino. Posteriormente, ella sacrificó su propia carne y sangre en el mar, y el cuerpo divino se transformó gradualmente en vastos continentes. Con el paso de los años, estos continentes evolucionaron hasta convertirse en un paisaje de colinas y llanuras. La sangre que una vez fluyó dentro de su cuerpo se convirtió en los ríos que corrían implacablemente por la tierra. Poco a poco, tomó forma un continente completamente formado, al que Etain llamó Theios Aperion, o "La Tierra de los Dioses". En esta vasta extensión de territorio divino, las dos facciones, la Alianza de la Luz y la Unión de la Ira, libraron una guerra provocada por creencias diferentes.